Por lo general, no suelo hacer recuentos y valoraciones de lo que los años implican o han implicado en mi vida. Quizás en algún fin de año me haya dado alguna vez por ahí, y haya hecho alguna lista de "pros y contras" (con la intención, sobre todo, de recordar aquellas cosas buenas y neutrales que me hayan ocurrido durante ese tiempo, ya que suelen venirme a la mente los sucesos negativos y rutinarios antes que el resto). Pero este año 2020 se está llevando la palma, y eso que me resisto a verlo de esa manera, porque, al fin y al cabo, no es que hayan cambiado grandes cosas en mi vida. Aunque, claro, una pandemia mundial y reconocida no ocurre todos los días, y eso al menos se lo debo conceder al presente año.
El 2020 empezó bastante tranquilo, porque conseguí adelantar todos los trabajos del máster que tenía que entregar en enero. Pero debido a ello, aunque logré comenzar el año con menos ansiedad, me encontraba agotada por el gran esfuerzo que me supuso acabar todo lo que tenía que hacer un mes antes de todas las fechas límite; y, el tiempo de más que pensaba emplear en el TFM, lo dediqué a descansar y a las clases de japonés. Poco después (porque recordemos que el tema del covid comenzó allá por finales de enero, para aquellos no negacionistas) comenzaron las clases del segundo cuatrimestre, que presencialmente duraron muy poco. Y a principios de marzo las clases eran totalmente telepresenciales, y un par de semanas después se decretó el estado de alarma sanitaria.
Ahora volvamos al presente: final del segundo cuatrimestre con sus correspondientes fechas límite de trabajos, presentación y defensa del TFM. Me siento muy dispersa y con gran dificultad para concentrarme (razón por la que he acabado aquí escribiendo), pero el final cada vez está más cerca, y casi puedo ver la luz, aún parcialmente limitada por los cuatro trabajos que me quedan por redactar.
No puedo decir que el 2020 hasta este momento me haya supuesto un gran reto, pues nada grave ha pasado a mi alrededor (por lo que estoy agradecida). Incluso las estrictas medidas del confinamiento me han pasado de largo, pues mi vida ya se parecía bastante a lo que hemos vivido durante estos casi tres meses. Sí que he aprendido bastante de los demás, de sus reacciones y pensamientos, lo que me ha ayudado a diferenciar más claramente las partes de mi vida que son raras de las que son patológicas.
Todo este lío ha venido a confirmarme que efectivamente nada es lo que parece, y que hay algo extraño en esta sociedad, que puede ser que se extienda a este plano de realidad. Demasiadas cosas han pasado para las que no hay explicación, o para las que hay demasiadas y traídas muy a dedo. La cuestión es que, como siempre, muchas personas han sufrido y muerto a causa de un x, hecho que no creo que sea inventado aunque se dude de que haya sido por un virus. Hay intereses y hay planes más allá de lo oficial que escapan al control de los ciudadanos de a pie, y que tampoco dependen de los gobiernos. Esta pandemia, para mi, ha sido una prueba sobre la existencia de fuerzas y planes ocultos más allá de lo que se muestra en la versión oficial (ya tenía mis sospechas, pero ahora se ha confirmado).
Los episodios ocurridos en los últimos meses pasarán a formar parte de los libros de historia del futuro. Las responsabilidades desaparecerán y el dolor de las personas se ignorará, tal y como ha ocurrido durante el transcurso de vida humana y en la narración histórica. La vuelta a la rutina y a la ansiada comodidad nos hará olvidar lo fina que es la línea entre la libertad y la opresión, y lo rápido que se nos desbarata ese mundo singular que cada uno tenemos montado dentro de nuestra mente. Este modelo de vida, de ser humano y de sociedad es tan sólo una idea impuesta y autoimpuesta que está sujeto a esta existencia por medio de nuestra voluntad. La única forma de cambiarlo está en las manos de todos y cada uno de nosotros, porque esa sombra que ahora nos oprime, no tiene poder si nosotros se lo quitamos, por eso mismo está oculta y es manipuladora, ya que el poder genuino se manifiesta tal cuál es y no se esconde.